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domingo, 23 de febrero de 2014

Sobre la ASE, la ASF y la estrellita en la frente de Toranzo

Por José Victoriano Martínez Guzmán

El riesgo en toda evaluación es que los resultados muestren más sobre el papel que juega el evaluador que lo que realmente ocurre con el evaluado. Se trata de un problema de falta de objetividad que, cuando se trata de revisar la aplicación de los recursos públicos, los intereses del fiscalizado con relativa facilidad influyen en el fiscalizador.

Así, que sobre la cuenta estatal 2012 la Auditoría Superior del Estado (ASE) sólo haya realizado observaciones sobre 21 millones 370 mil 837 pesos de los 32 mil 585 millones 279 mil 988 pesos que administró el gobernador Fernando Toranzo, no es más que un indicador de la forma en que se instrumentalizó a esa institución para convertirla en limpiadora de cuentas.

Por fortuna, en cuestión de la aplicación de recursos públicos es posible contar con una segunda opinión que, aunque llega unos meses después, proviene de un ente fiscalizador con menos cercanía, y mucho menos influenciable por parte de los fiscalizados.

Se trata de los informes que presenta la Auditoría Superior de la Federación (ASF) que, a diferencia de la ASE (que declara reservados sus informes), los publica inmediatamente después de presentarlos en la Cámara de Diputados.
En el descomunal trabajo de la ASF, que incluyó 11 auditorías a fondos administrados por el gobierno potosino durante el ejercicio 2012, se seleccionan algunos fondos federales administrados por autoridades estatales para aplicar auditorías muestrales.

De los más de 32 mil millones de pesos administrados por el ejecutivo potosino, la ASF seleccionó programas por 13 mil 748 millones 790 mil 800 pesos, de los que revisó una muestra de 11 mil 887 millones 949 mil 200 pesos. Es decir, sólo revisó el 36.48 por ciento de la totalidad del presupuesto ejercido por el ejecutivo estatal.

En sus resultados, la ASF reporta la recuperación de 165 millones 264 mil 600 pesos que habrían sido desviados de su destino programado, y como pendientes de aclaración otros 758 millones 239 mil 700 pesos, lo que da un total de irregularidades por 923 millones 504 mil 300 pesos.

Con simple aritmética, es posible observar que en una revisión de la tercera parte de lo que auditó la ASE, la ASF encontró 42.6 veces más irregularidades que el organismo fiscalizador local. ¿Qué habría pasado si con los mismos criterios del ente fiscalizador federal se hubiese revisado la aplicación de la totalidad del presupuesto estatal?

El 27 de junio de 2013, los diputados de PRI, PVEM, PANAL, PT y PCP aprobaron, con las abstenciones del PRD y el Movimiento Ciudadano y los votos en contra del PAN, el informe de auditoría presentado por la ASE, mediante el que se declaró aprobada la cuenta estatal de Toranzo 2012 con apenas el 0.06 por ciento de recursos observados.

Aquella dorada estrellita colocada por el Congreso en la frente de Toranzo hoy luce la mancha de las irregularidades reportadas en el 7.7 por ciento de los recursos que revisó la ASF. Proporcionalmente equivale a que la fiscalizadora federal encontró más de 120 irregularidades por cada irregularidad que encontró la ASE.

Hoy que se ha cambiado al titular de la Auditoría Superior del Estado, en lo que menos puede pensarse es en un borrón y cuenta nueva, pues el daño al erario potosino parece incuantificable no por la negligencia del ente fiscalizador, sino por la complicidad con los entes fiscalizables.

Se puede dar el beneficio de la duda a la persona que llega a encabezar a la ASE, pero la institución debe recuperar su credibilidad y confiabilidad mediante la corrección de sus yerros y el resarcimiento efectivo de los daños sufridos en el patrimonio de todos los potosinos.

Si no demuestra que está para eso, los 153 millones 744mil 102 pesos que ejercerá de presupuesto este año sólo se sumarán a los 603 millones 483 mil 456 pesos que en los últimos siete años prácticamente fueron tirados a la basura.

lunes, 17 de febrero de 2014

Poder Legislativo: transparencia a modo

Por José Victoriano Martínez Guzmán

Seguir el destino final de los recursos que se recaudan a través del cobro de impuestos es uno de los más atractivos ofrecimientos de las posturas políticamente correctas que adoptan quienes asumen cargos de elección popular, pero a la vez el que, a la hora de la verdad, con mayor facilidad se hace a un lado.

Para llegar, están convencidos de que necesariamente tienen que ofrecer trabajar en caja de cristal y que cada peso que reciban, todo el mundo sabrá en qué lo gastan. Al instalarse en el cargo, la silla –la curul o el sillón– tienen un efecto de tal conversión, que ni lo que ellos mismos producen para difundir lo consideran público.

Donde suelen ser más evidentes las reacciones en ese sentido es en el Congreso del Estado en el que, con 27 cabezas que exhiben más que una, los ejemplos sobre las diferencias entre el decir y el hacer se convierten en un choque entre hacer las leyes y no cumplirlas.

De toda la legislación vigente, es a la Ley de Transparencia y Acceso a la Información Pública a la que más se recurre para congraciarse con los electores. De toda la legislación, es esa misma ley la que más abiertamente violan para evitar que se conozcan el incumplimiento de sus promesas el de otras leyes.

En la LX Legislatura la inercia de los ofrecimientos de un Congreso austero y transparente no alcanzó para pasar más allá del primer requerimiento de información sobre gastos específicos, cuya exhibición bautizó la agrupación Ciudadanos Observando como los casos del Diputado Dalay y la Diputada Vaselina.

Está por cumplirse un año de que el Congreso atendió la solicitud que originó aquellas revelaciones de compras hasta de cepillos dentales con la imagen de la muñeca Barbie con recursos públicos, y que tanto incomodaron a los entonces presidentes de la Directiva, Jorge Álvarez, y de la Junta de Coordinación Política, Rosa Ma. Huerta.

Los efectos de aquella reacción provocaron que hasta el pasado viernes se lograra obtener información solicitada al Congreso desde el 16 de mayo de 2013, es decir, nueve meses después, cuando el plazo máximo, según la Ley favorita de los discursos oficiales, es de diez días hábiles.

Sí, la exhibición que tanto molestó a Álvarez y Huerta que se dio la instrucción que, ante el silencio de los otros 25 diputados, puede considerarse avalada por todos los legisladores: solicitudes que pidan comprobación de gastos no se contestan, así lleguen las quejas que los ciudadanos estén dispuestos a presentar.

Y las quejas llovieron: durante 2013, de las 212 quejas que recibió la CEGAIP vía Infomex, 46 (el 21.7 por ciento) se presentaron en contra del Congreso, es decir, una de cada cinco quejas fue en contra de las respuestas del Poder Legislativo.

El viernes, siete meses después de que se inició la queja 303/2013-3 el pasado 3 de julio, el Congreso del Estado entregó copia de un video, cuyo costo de producción de ocho mil pesos se cubrió con recursos públicos.

En su política de no responder comprobaciones de gastos, se negó la copia del video con tal insistencia, que se llegó a pedir al solicitante pagar tres mil pesos para hacer una versión con los rostros de quienes aparecían en la cinta difuminados, presuntamente para proteger datos personales.


Tan preocupados estaban en proteger los datos personales, que durante el informe de actividades de la diputada Ruth Tiscareño Agoitia, se exhibió el video.

lunes, 10 de febrero de 2014

ASE-Soledad, un dilema para opacos

Por José Victoriano Martínez Guzmán
El contexto en el que surjan revelaciones como las que han hecho un grupo de auditores de la Auditoría Superior del Estado (ASE) resulta accesorio cuando la información documentada que proporcionan advierte sobre la existencia de aspectos esenciales de la administración pública, cuyas fallas tienen repercusiones que afectan el interés público.
Las revelaciones que se hicieron el viernes y el domingo sobre las observaciones que en las hojas de trabajo de los auditores de la ASE se han hecho sobre las cuentas de la administración municipal de Soledad de Graciano Sánchez deben ser atendidas en lo esencial, sin distracción sobre lo accesorio.
Llamar la atención, con el afán de descalificar, en la presunción de que las revelaciones tienen como objeto evitar la reelección de Héctor Mayorga Delgado como titular de la ASE, no puede ser más que el intento de que pasen inadvertidos los asuntos verdaderamente importantes: las irregularidades en una administración municipal y el riesgo potencial de su encubrimiento.
Estos, independientemente de la forma en que hayan sido reveladas y los motivos de quienes optaron por filtrar los documentos, son los aspectos que deben ser aclarados a cabalidad, tanto por las autoridades de Soledad de Graciano Sánchez como por el actual titular de la ASE, a quien sus subordinados ponen en entredicho.
No se trata de que a base de calificativos, como afirmar que es información imprecisa, incompleta, incorrecta y de mala fe o que son filtraciones dolosas y perversas, se busque desacreditar información que contiene datos concretos y aparecen en documentos que, en todo caso, tendrían que ser aclarados en ese mismo terreno.
Si la información es imprecisa, se puede hacer la precisión; si es incompleta, se puede completar; si es incorrecta, se puede exhibir la que es correcta; pero hablar de mala fe o de dolo o de perversidad es caer en territorio de prejuicios que poco abonan a que los asuntos públicos involucrados sean resueltos de la manera más beneficiosa para la sociedad.
Además de la pretendida descalificación, se anuncia “una denuncia de carácter penal en contra de quienes resulten responsables de esas acusaciones sin fundamento”, lo que muestra que el ayuntamiento soledense ha optado por lo accesorio, en una reacción que exhibe poca voluntad para aprovechar la coyuntura y transparentar plenamente sus cuentas.
No es nueva, mucho menos coyuntural, la demanda de que se transparente el proceso de fiscalización de las cuentas públicas. Baste recordar que la ASE debió revelar los pliegos de observaciones a la Cuenta Pública Estatal 2009 por orden de un juez federal, tras un litigio de tres años.
San Luis Potosí es de los pocos estados en los que la ASE se niega a hacer públicos sus informes de auditoría. La Auditoría Superior de la Federación y muchas otras estatales, publican vía Internet esos informes el mismo día que los entregan a sus respectivos congresos.
Transparentar esos procedimientos vacunaría a la institución fiscalizadora sobre la sospecha de negociaciones oscuras para limpiar cuentas con auditorías a modo, que es el telón de fondo que –por opacidad de la autoridad, no por sospechosismo popular–, con maniobras hacia lo accesorio,  pretenden eliminar de la agenda pública.
Está plenamente documentada, desde hace más de cinco años, la forma en que Mayorga Delgado ha insistido en mantener oculto su trabajo al frente de la ASE y la existencia de indicios sobre sus maniobras para limpiar las cuentas, no sólo de Soledad de Graciano Sánchez, sino de muchos otros municipios y de las propias autoridades estatales.
Que hoy un grupo de auditores revele el caso Soledad es casi un accidente. Que el caso Soledad ejemplifique lo que se ha convertido en un modus operandi de un auditor a modo es un llamado para que, desde el Congreso del Estado, se tomen las medidas urgentes para que la renovación de la ASE convierta a ese organismo en lo que verdaderamente debe ser.
Una verdadera y transparente fiscalización sobre el uso del erario volvería innecesaria cualquier revelación… y más eficaz y eficiente la administración pública.

domingo, 2 de febrero de 2014

SLP, representado en pedazos

Por José Victoriano Martínez Guzmán

“No se trata de que nuestro Escudo sea objeto de un manual de imagen corporativa que permita adecuaciones o modificaciones a modo”.
“No podemos arriesgarnos a que por vanidad e interés de una persona lo mutilen impunemente”.
Las dos expresiones anteriores corresponden a la defensa que se hizo del Escudo Nacional, tras la mutilación de que fue objeto en el sexenio de Vicente Fox, y que fue bautizado como el “águila mocha” por el entonces diputado Félix Salgado Macedonio.
Las dos expresiones podrían hoy utilizarse tal cuales para hacer referencia al Escudo de Armas de San Luis Potosí, no sólo mutilado, sino despedazado en tres partes para marcar sus restos con las letras iniciales del nombre de la ciudad.
“Los símbolos … son historia e identidad y como tales es menester procurarles durabilidad y permanencia; permanencia por virtud del arraigo que promueven en la conciencia histórica de un pueblo y certeza por los contenidos históricos que representan”.
“Cuando se permiten cambios con la ligereza de una supuesta creatividad, que además de irreverente es atentatoria de la identidad … se desprecia nuestro patrimonio histórico y cultural”.
Dos argumentos más tomados del debate que se dio para reformar la Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales para evitar que se atentara nuevamente contra su integridad.
Dos argumentos más que aplican plenamente a la imagen con que hoy ha escogido el Ayuntamiento, encabezado por el ex rector universitario Mario García Valdez, identificarse en su papelería oficial y en el sitio Web.
O el Escudo de Armas está destrozado y sólo quedaron tres pedazos, o está encarcelado tras tres ventanas con filtros verde, gris y rojo. En el primer trozo se le impone una “s”, sobre el segundo se esconde a San Luis Rey de Francia tras una “l” y sobre el tercero aparece una “p”, todas escritas con una letra como descuidada.
En honor a la integridad y significado histórico y cultural del Escudo de Armas, esa imagen no puede ser considerada más que una expresión ignorante, que identifica a plenitud a la administración municipal que la ha adoptado.
Sí, tiene muchos más elementos para representar lo que es hoy el Ayuntamiento de San Luis Potosí que lo que históricamente ha sido lo que muchos han venerado como el San Luis de la Patria.
Deslindado del Escudo de Armas al que ofende, la imagen representativa de la administración de Mario García Valdez adquiere, además de mostrar el desprecio por el patrimonio histórico y cultural, significados muy descriptivos de este ayuntamiento.
Es como si hubiesen querido retratar el destrozo y el descuido en que tienen una ciudad llena de baches, obras inconclusas que no atienden, noches de penumbra por distintos rumbos, además del desorden administrativo y la indolencia para defender el patrimonio de los potosinos ante las pillerías más anunciadas y menos sancionadas.
A golpe de imagen, aun en pedazos, aparentan que todo va bien, aunque la Secretaría de Finanzas del gobierno estatal revele oficialmente que las deudas municipales alcanzan más detres mil 19 millones de pesos con corte al 20 de enero. Es decir, por cada peso de presupuesto que tendrá este año, el Ayuntamiento debe un peso con 48 centavos.
A menos de un mes de cumplirse la mitad del periodo de este Ayuntamiento, ya no cabe culpar a la pasada administración sobre esas penurias económicas, sino que tendrán que asumirse como cómplices por omisión encubridora.
No hay que olvidar que comenzaron acusando a su antecesora de dejarles deudas por más 700 millones de pesos. Hoy la deuda que reporta la Secretaría de Finanzas se ha multiplicado por cuatro, y nada tiene que ver el trienio de Victoria Labastida.

Los indicios dejan ver que el Ayuntamiento no sólo ha destrozado el Escudo de Armas, por lo que la restauración necesaria del emblema de la ciudad resulta tan representativa de que es mucho más lo que se tiene que recuperar en la administración pública potosina.