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domingo, 15 de junio de 2014

El socavón de la transparencia


Por José Victoriano Martínez Guzmán

Si con la salida de Alfonso Serment de la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información Pública (CEGAIP) termina la dirigencia más opaca que ha tenido el organismo de transparencia, con el proceso de elección de su sucesor difícilmente se puede ver la luz al final del túnel.

El cambio de uno de los tres comisionados que la integran deja en la CEGAIP a dos terceras partes de los cómplices del oscurantismo más contradictorio de la institución.

En su recta final, el proceso de renovación parcial de la CEGAIP lejos de mostrarse abierto, ha incorporado actos bajo la sombra no sólo de gran parte de los 17 aspirantes, sino también de los dos comisionados vigentes: Yolanda Camacho y Oscar Alejandro Mendoza.

Así, quienes integrarán la CEGAIP a partir del próximo mes tendrán algo en común: habrán rendido culto a la opacidad como vía comprometedora para obtener los apoyos necesarios para llegar al cargo.

Para nadie es un secreto el cabildeo en el que incurren, aunque todas esas acciones –como el desfile de candidatos por los despachos de los diputados y hasta en la oficina del secretario de gobierno– se realicen con sigilo de parte de quienes se pretenden oficiantes de la transparencia.

El futuro velador de la transparencia será quien esté más dispuesto a pagar la penitencia de su pecado original, la cuota de opacidad. Pero en esta ocasión, que también se elegirá presidente del organismo entre Camacho, Mendoza y quien resulte electo, los dos primeros ya renuevan sus votos con actos de culto como buenos opacos.

Basta revisar su agenda, que por ley deben publicar y por decisión propia lo hacen con un mes de retraso, para notar que no informan sobre ninguno de los encuentros que para promoverse a la presidencia del organismo han tenido con diversos funcionarios y personalidades de la vida pública.

Se trata de entrevistas secretas, y otras no tanto, de las que sólo se sabe a través de testigos circunstanciales cuando, tratándose del tema que debería ser más público, sus presuntos garantes son los primeros en despreciarlo porque les estorba para sus fines. A la transparencia sólo la ven como un disfraz.

Su culto de opacidad lo renuevan permanentemente no sólo con su tendencia a negar el acceso en sus resoluciones de quejas, sino siendo ellos mismos quienes regatean o falsean su información a quien la pide. Ejemplos hay muchos, pero espacio para enumerarlos no.

La solicitud vía Infomex con el folio 00115514 pide “los documentos en donde consten, se adviertan y se describan las acciones, el nombre de los trabajos y los hechos que han realizado” Camacho y Mendoza, así como “copia digital del documento en donde se aprecien los motivos que expresó Yolanda Camacho para ser Comisionada”.

Por respuesta el solicitante sólo recibió un oficio firmado por Mendoza en el que, en 12 cuartillas, expone una especie de informe elaborado a modo de lucimiento, sin remitir ningún documento de los solicitados. La Ley prohíbe procesar información al interés del solicitante, pero el comisionado la procesa a su favor.

Ese caso no es la única solicitud ignorada por Camacho. Una persona ha interpuesto tres solicitudes sin haber logrado aún obtener el documento original que la comisionada envió al organismo garante del Estado de México con un artículo para ser publicado como parte del libro “LaTransparencia en México: avances, retos y prospectiva” (pág. 143).

Con cada solicitud se ha avanzado en conocer qué pasó con el artículo en el que, seis meses antes de ser nombrada comisionada, Camacho ya se ostentaba como tal: el envío lo hizo ella y en Toluca los receptores señalan que desde el original aparece como comisionada. El que algo teme, poco responde.


¿Cuántas cosas son capaces de ocultar los comisionados para protegerse ellos mismos? ¿Cuántas cosas ayudan a ocultar a otros funcionarios para “avanzar” en sus cargos? No, la ruta de la CEGAIP no es un túnel. Es un socavón que la hunde cada vez en mayor opacidad, mientras la transparencia son chispazos que la ciudadanía gana, a golpe de solicitudes de información.

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