Transparencia:
Hipocresía legislativa y complicidad
Por José Victoriano Martínez Guzmán
“Toda la información relativa al
empleo de recursos públicos se regirá por el principio de máxima publicidad”.
La expresión no es nueva y ha estado presente en la legislación de la materia
desde que se publicó la primera Ley de Transparencia el 20 de marzo de 2003.
Tampoco es novedad que los
actuales diputados se envuelvan con la bandera de la transparencia e incorporen
ese principio a un artículo más de la actual ley, con lo que ya suman cinco los
que hacen referencia a él.
Sí, a partir del pasado 17 de
enero, el principio de máxima publicidad, además de aparecer en los artículos
7, 10, 14 y 84, también aparece en el artículo 5.
Donde no aparece ese principio es
en la tendencia a la opacidad por parte de los entes gubernamentales,
incluyendo a los diputados, para quienes la transparencia es de dientes para
afuera o, mejor dicho, de adecuaciones lucidoras a la ley… y hasta ahí.
Están por cumplirse dos meses de
que no se actualiza la relación de cheques emitidos por el Congreso, cuando
antes se actualizaba a diario. No es el único rubro en el que incumplen la ley,
pero sí el más significativo por ser en el que destacaba contra todos los entes
públicos.
Pero no sólo incumplen sus
obligaciones de difusión de oficio, sino que en la atención a solicitudes de
información aplican exactamente lo contrario a lo que escriben en la ley, con
la complicidad de la Comisión Estatal de Garantía de Acceso a la Información
Pública.
Un solicitante de información
tuvo que llegar hasta la queja ante la CEGAIP para tratar de conocer en qué se
gastan los diputados los recursos asignados como gastos médicos menores. Los
diputados ordenaron a su Unidad de Información testar los conceptos y productos
de sus compras en las facturas, y la CEGAIP lo avaló.
Con tal ocultamiento los
diputados buscan evitar escándalos como el de la compra de productos
relajantes, como Dalay, de estimulantes de la potencia sexual o hasta cepillos
de dientes con figuritas de Barbie, pero también exhiben su hipocresía
legislativa.
“Al beneficiarse con recursos
públicos las personas físicas o morales aceptan que toda la información
relacionada con esa prestación es pública”, agregaron a la ley en el decreto
publicado el 16 de enero en el Periódico Oficial. O los diputados no se sienten
personas, o son incapaces de asumir lo que ellos mismos plasmaron en la ley.
Así es como los diputados
atentan contra el fortalecido principio de máxima publicidad en la Ley, para lo
cual la propia CEGAIP se ha convertido en su aliada, según reveló el diputado
Juan Pablo Escobar a integrantes de Ciudadanos Observando, a quienes dijo que
la Comisión los asesora en la elaboración de las respuestas.
Con esta forma de ocultamiento
de cada vez más información por parte de quienes ordenan en la Ley mayor
apertura, no se puede estar ante peor panorama de complicidad a favor de la
opacidad, cuyos efectos en otros entes encuentran sus propias vías para negar
información pública, incluso aquella que la ley ordena difundir de oficio.
Tal es el caso de los cheques
emitidos desde las cuentas que dejó el gobierno de Marcelo de los Santos a la
Administración actual, negados a un solicitante por la Secretaría de Finanzas y
que la CEGAIP ya había ordenado que se hicieran públicos.
La dependencia estatal recurrió
a la maniobra de afirmar no contar con los documentos por aportarlos en el
juicio contra ex funcionarios que se lleva ante el Juzgado Tercero Penal, cual
si no pudiera solicitar copia de sus movimientos bancarios a la institución
crediticia o no debieran formar parte de las relaciones publicadas en internet.
La CEGAIP no sólo ignoró el
carácter público de la información y su propia resolución, sino que la dio porcumplida, en un acto que deja en estado de indefensión a cualquier solicitante
de información, a menos que tenga ánimos de recurrir a la justicia federal para
hacer valer un derecho que la Constitución General de la República ordena que
debe ser expedito.